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Guerra de los Mil Días: Armas, Hombre y Ración


Soldados marchando. Óleo de Eladio Rubio, ca. 1902. 94 x 76 cm. Museo Histórico, Casa de la Cultura, Marinilla.

Soldados marchando. Óleo de Eladio Rubio, ca. 1902. 94 x 76 cm. Museo Histórico, Casa de la Cultura, Marinilla.

Introducción


La Guerra de los Mil Días, fue un conflicto que tuvo gran repercusión a nivel nacional. El gobierno, en este caso Conservador, tuvo que aplicar políticas que le permitieran mantener el control bajo los conflictos que se estaban presentado con los liberales. Las políticas primordiales que se ejecutaron fueron las relacionadas con aumentar el pie de fuerza de las tropas y así mismo poder dotar con armas a cada soldado que ingresaba a ejército del gobierno.


El fin de este ensayo es poder demostrar que tipo de estrategias tomo el gobierno para poder sostener sus tropas durante el conflicto. Así mismo, que políticas implemento para obtener resultados favorables referentes al combate y de qué modo todo esto se vio reflejado con los resultados finales.

Reclutamiento


Para cualquier ejército el número de sus tropas es de gran importancia, ya que permite estar preparado para cualquier eventualidad en caso en que se desate algún conflicto donde se necesiten soldados. Para esto, tanto el gobierno como el ejército deben implementar políticas y normas que permitan realizar un reclutamiento ya sea de tipo voluntario u obligatorio, dependiendo de las necesidades de cada nación, esto, con el fin de mantener un número equilibrado y constante de tropas.

Para el año de 1863 en Colombia, existía una ley constitucional que permitía que los estados soberanos tuvieran un ejército sin intervención del gobierno central, dado que la constitución de dicho año apoyaba el orden público descentralizado. Los Estados Soberanos que integraron los Estados Unidos de Colombia eran: Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima. Esto permitía que se dieran conflictos entre dichos estados, “El Ejército Nacional fue notablemente disminuido y la Fuerza Armada de cada Estado pasó a ser la principal forma de control, no sólo por parte del gobierno sino de los distintos entes de poder económico”[1]. Esto cambio cuando se modificó la constitución en el año de 1886, donde se estipulaba primeramente, que el servicio militar debía ser obligatorio y de la misma forma, debía existir un ejército permanente; “La Nación tendrá para su defensa un Ejército permanente. La ley determinará el sistema de reemplazos del Ejército, así como los ascensos, derechos y obligaciones de los militares”[2].

Si bien las leyes habían cambiado las políticas no eran muy distintas, ya que se mantenían ciertos principios para el sostenimiento del ejército, el cual, si bien antes estaba bastante reducido, se tenían que implementar normas que aseguraran la manutención de este. Cuando se encontraban los estados soberanos el reclutamiento era voluntario, pero esto no significaba que estarían allí por poco tiempo, podían estar entre 6 y 15 años de servicio continuo. Al momento de cambiar la constitución, esta norma se ve transformada, ya que el reclutamiento pasa a ser obligatorio y en algunas ocasiones, de tipo forzoso.

En la Guerra de los Mil Días, el reclutamiento se basaba en lo anteriormente señalado, se contaba con la tropa que ya estaba en servicio y añadida a esta, se comenzaba una etapa de reclutamiento entre la población, que fuera apta para desempeñar las funciones y tareas de un soldado y en su momento, para el combate. Por el lado de los liberales, el reclutamiento era más de tipo voluntario y participativo, quien quisiera estar allí y tuviese todas las convicciones para dar todo su apoyo, era bienvenido. “ (…) valor, actividad, energía y constancia, tomé el arma del guerrero para ofrecer a la causa del liberalismo todos los sacrificios, todas las amarguras, y hasta la propia vida”[3].

Para el gobierno, era de suma importancia tener hombres capacitados, que tuviesen el conocimiento y el comportamiento necesario para realizar las instrucciones militares encomendadas, sobre todo, en los cargos o rangos altos. Para finales del siglo XIX los oficiales que estaban en el ejército, no siempre contaban con el entrenamiento necesario para llevar dicho cargo, el cual acarreaba gran responsabilidad. El ascenso, el reclutamiento directo en algunos casos, no tenía nada que ver con su desempeño militar, se escogían algunos por su antigüedad o por haber estado en alguna batalla anterior, así mismo, se les daba el título a hombres que tuviesen una apariencia ruda, sin tomar en cuenta sus comportamientos y costumbres, lo que fue llevando al ejército hacia un desprestigio social. “Este se hallaba mayoritariamente constituido por oficiales salidos de las guerras civiles, carentes de formación y con los dañinos hábitos de la ociosidad y el gusto nacional por el licor, no era extraño ver a jefes, junto con su tropa, vistiendo prendas disimiles y muchas veces usando estas de modo carnavalesco”[4]

Para esto se crearon escuelas militares que permitieran darles a los soldados y oficiales todo el conocimiento necesario para la guerra, esto se basaba en entrenamientos, formas de ataque, estrategias de combate, etc. Esto no daba el resultado esperado, ya que no tenía el suficiente auge entre los militares.

El no poseer personal capacitado, permite observar que si bien las nuevas leyes estipuladas exigen que se instaure un ejército de forma permanente que se constituya con el servicio militar obligatorio, al momento de la practica difiere notoriamente. No se tenía la visión de un ejército permanente pero capacitado que pudiese actuar de manera óptima en cualquier situación que pudiese poner en riesgo, tanto la seguridad a nivel territorial, como a nivel de la sociedad. Se creía que con tener veteranos de guerra se podía actuar de manera segura en otra, sin contemplar que estos veteranos no están entrenados de manera constante a los nuevos modos de batalla, así mismo, las condiciones entre un conflicto y otro pueden variar, haciendo que los conocimientos que se tienen sean aplicados de manera incorrecta, entre otros factores que permiten observar debilidades al interior del ejército.


Armamento


El armamento juega un papel bastante importante dentro de un conflicto bélico, a partir de este, se pueden idear estrategias de ataque hacia el enemigo, donde el arma sea la que juegue el papel más importante y donde el soldado resulte los menos implicado, al punto del perder la vida. El gobierno estipulo políticas que permitieran la obtención de armas, ya sea por compra, fabricación nacional o fabricación compartida, es decir donde intervienen dos naciones al momento de construir cualquier tipo de armamento.

En la guerra de los Mil Días, el gobierno instauraba políticas las cuales les permitieran comprar armamento y pertrechos, los cuales le ayudaran a ganar el conflicto. No se contaba con el dinero suficiente para poder comprar armas que tuviesen mejor desempeño. Por el contrario, se trataba de adquirir lo que entrara en el presupuesto y que garantizara la muerte del enemigo.

El ejército conservador contaba con fusiles de pistón, que se cargaban por la boca del cañón, los cuales fueron cambiados por el fusil Remington de 11mm o fusil Gras (ver figura 1). La caballería en sus primeras ondeadas, disponía de una lanza la cual era usada con gran familiaridad, siendo esta, cambiada por una carabina wínchester (ver figura 2). El implemento de estas armas permitió un mejor desempeño y una mayor efectividad a lo que el combate se refiere, ya que se podía atacar al enemigo con mayor facilidad y mayor técnica al momento de la batalla.

Figura 1 – Fusil Remington o Fusil Gras 11mm.


Figura 2 – Carabina Winchester

Si bien existían ciertos problemas con relación a la conformación del ejército por lo anteriormente nombrado, si se tenían claras los equipos que conformaban este, ya que se contaba con un equipo de artillería, que ayudaba a las tropas de infantería en la batalla. Esta contaba con cierto armamento que no era de mucho uso, ya que se implementaba cuando la batalla lo ameritaba. “La artillería tenia cañones antiguos de cobre, algunos de ellos fundidos en el país, que se cargaban por la boca con bala redonda y se disparaban con botafuego[5].”[6]

Todas estas armas eran adquiridas por el gobierno a modo de compra, existiendo algunos casos donde se veían armas de tipo artesanal, o armas personales con las que contaban algunos soldados, esto sucedía por lo inminente del conflicto y la poca gestión unánime del gobierno conservador al momento de la batalla. Contrario a esto, los liberales recurrían a armas más convencionales, como lo eran los machetes, lo cual volvía de cierto modo la guerra más cruda y brutal, mientras recibían apoyo de Venezuela y el Ecuador, armándolos con fusiles tipo “Mannlicher Semiautomático y de cinco tiros, que en mucho superaba al Gras de un solo tiro con que estaba dotado el ejército del gobierno”[7].


Figura 3 - Fusil Mannlicher 50mm

Conclusión


El desarrollo de un combate es en gran medida atribuido a las armas que se dispongan, ya que estas permitirán implementar técnicas que lleven a un resultado favorable en la batalla. Pero del buen funcionamiento de estas también depende el desempeño del soldado, ya que este debe tener el conocimiento necesario tanto para manejar el arma como para llevar a cabo la estrategia más apropiada.

En la guerra de los Mil Días, se puede ver como el gobierno intentaba afrontar el conflicto de tal manera que implementaba políticas constitucionales que le permitieran desarrollar estrategias que lo llevaran a un resultado propicio en el territorio colombiano. Ligado a esto se puede observar como la falta de experiencia, la poca formación militar y los pocos recursos económicos hacían de una ideal militar sólido y confiable, una realidad bastante cruda que si bien llevo a la victoria conservadora no fue llevada a cabo de la manera más inteligente y audaz, política y militarmente hablando.



Citas


[1] Camargo, A. 2012. Las milicias en el Estado Soberano del Magdalena, 1863–1886. Historelo. REVISTA DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL. Vol. 4. No. 8. Págs. 46-71.


[2] Constitución de Colombia- 1886. Título XVI. De la Fuerza Pública. Artículo 166.


[3] Chaparro, Julio. UN SOLDADO EN CAMPAÑA. Tunja. Imprenta oficial. 1935. Pág. 3


[4] Jaramillo. Carlos. Antecedentes generales de la guerra de los Mil Días y golpe de estado del 31 de julio de 1900. Nueva Historia de Colombia. Bogotá. Planeta. 2001. Pág. 79


[5] Varilla en que se ponía una mecha encendida para pegar fuego a las piezas de artillería.


[6] Briceño, Pedro. Historia Militar de Colombia. Bogotá. Imprenta del E.M.G. 1925. Pág. 16


[7] Jaramillo. Carlos. Antecedentes generales de la guerra de los Mil Días y golpe de estado del 31 de julio de 1900. Nueva Historia de Colombia. Bogotá. Planeta. 2001. Pág. 104


Artículos

  • Camargo, A. 2012. Las milicias en el Estado Soberano del Magdalena, 1863–1886. Historelo. REVISTA DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL. Vol. 4. No. 8.

Imágenes

  • Figura 1: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/47/Fusil_Gras_M80_1874.jpg

  • Figura2: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/79/Winchester_1873.jpg

  • Figura 3: http://2.bp.blogspot.com/_wIW55V-xC00/TOyTwO-3CeI/AAAAAAAAD-w/DyazeMUc1bA/s1600/Mannlicher_schoennauer_1903-14.jpg



Bibliografía

  • Jaramillo. Carlos. Antecedentes generales de la guerra de los Mil Días y golpe de estado del 31 de julio de 1900. Nueva Historia de Colombia. Bogotá. Planeta. 2001.

  • Briceño, Pedro. Historia Militar de Colombia. Bogotá. Imprenta del E.M.G. 1925.

  • Chaparro, Julio. UN SOLDADO EN CAMPAÑA. Tunja. Imprenta oficial. 1935.

  • Constitución de Colombia- 1886. Título XVI. De la Fuerza Pública. Artículo 166.

  • Ponce, Álvaro. De Clérigos y Generales. Crónicas sobre la guerra de los Mil Días. Bogotá. Panamericana Editorial. 2000.

  • Plazas Olarte, Guillermo. La guerra civil de los mil días: estudio militar. Tunja: Academia Boyacense de Historia, 1985.

  • Vergara y Velasco. Capítulos de una historia civil y militar de Colombia. Bogotá: Imp. Eléctrica, 1905.


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